lunes, 14 de diciembre de 2015

FÁBULAS

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                            EL   RATÓN  Y  EL  LEÓN

 Había una vez un ratón que estaba preso entre las garras de un león.

El ratoncillo no estaba así por haberle robado comida al león, sino porque estaba jugando y merodeando por donde el león estaba durmiendo, y  por no poder descansar, apresó al ratón.

El ratón, al verse preso, le pidió disculpas al león por haberle molestado, y éste, conmovido, lo perdonó.

   Pasado un tiempo, estando el león cazando, cayó en una trampa( una gran red que había escondida entre la maleza). Quiso salir, pero la red se lo impedía ; entonces, empezó a rugir con fiereza pidiendo auxilio. El ratón, al oír sus rugidos, sin pensarlo dos veces, fue hacia el sitio donde se hallaba el  león preso y comenzó a roer la red. Así consiguió romperla y pudo liberar al león. 
                                             

                         F. M. de Samaniego (adaptación)  

  

            

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            LA   LIEBRE  Y   LA   TORTUGA

    Una liebre se burlaba de una tortuga.
    -¡Qué lenta eres! ¡Cómo te arrastras!
    -¿De veras? –dijo la tortuga-. Haz una carrera conmigo y te venceré.
    -Qué jactanciosa eres –dijo la liebre-. De acuerdo, correré contigo. ¿A quién pediremos que marque la línea de llegada y confirme que la carrera es justa?
    -Pidámoselo al zorro –dijo la tortuga.
    El zorro era muy sabio y justo. Les mostró la línea de partida, y cuánta distancia debían correr.
    La tortuga no perdió tiempo. Partió de inmediato y continuó la marcha.
    La liebre anduvo a los brincos varios minutos, hasta que dejó a la tortuga muy atrás. Sabía que podía llegar rápidamente a la meta, así que se acostó a la sombra de un árbol y durmió una siesta.
    Al cabo de un rato se despertó y se acordó de la carrera. Se levantó de un salto y corrió a toda velocidad.
     Pero cuando llegó a la meta, la tortuga ya estaba allí.
    -Las carreras se ganan con tesón –declaró el zorro.
                                                                         ( Esopo) 

Actividades

¿ Qué  palabra  falta?

 1.-  La liebre se burlaba de una…

2.-  Hicieron la apuesta de una …

3.-  El  árbitro  fue…

4.-  El  zorro era muy sabio y …

5.-  La tortuga no perdió …

6.-  La liebre durmió una …

7.-  La tortuga llegó antes a la …

8.- Las  carreras se ganan con …

9.-  El autor de la fábula se llamaba …

                            

   

                              

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                     LA   ZORRA  Y  LAS  UVAS

            Es voz común que a más del mediodía

           en ayunas la Zorra iba cazando

            halla una parra, quédase mirando

           de la alta vid el fruto que pendía

           Causábala mil ansias y congojas

        no alcanzar a las uvas con la garra,

       al mostrar a sus dientes la alta parra

       negros racimos entre verdes hojas.

       Miró, saltó y anduvo en probaduras,

       pero vio el imposible ya de fijo.

       Entonces fue cuando la Zorra dijo:

      «No las quiero comer. No están maduras.»

             No por eso te muestres impaciente,

             si se te frustra, Fabio, algún intento:

            aplica bien el cuento,

            y di: “No están maduras”, frescamente.



 Las Gallinas gordas y flacas

  

Vivían en un corral varias gallinas: unas bien cebadas y gordas; otras, por el contrario, flacas y desmedradas.
Las gallinas gordas, orgullosas de su buena facha, se burlaban de las flacas y las insultaban llamándolas huesudas, muertas de hambre, etc., etc.
Pero el cocinero, debiendo preparar algunos platos para el banquete de Año Nuevo, bajó al gallinero y eligió las mejores que allí había.
La elección no fue difícil. Entonces, viendo las gallinas gordas su fatal destino, envidiaron la mejor suerte de sus compañeras flacas y esqueléticas.

  

No despreciemos jamás a los débiles;
quizá tengan mejor suerte que nosotros.


  

lunes, 23 de noviembre de 2015

El médico ignorante. Fábula de Esopo para niños

Fábula infantil: El médico ignorante

Érase un enfermo al que muchos médicos habían asegurado que, aunque no estaba en peligro, su mal sería de larga duración; pero había un médico ignorante  que le dijo que tomara todas sus disposiciones porque no pasaría del día siguiente.
Al cabo de algún tiempo, el enfermo se levantó y salió pálido y caminando con dificultad. Nuestro médico le encontró y le dijo:

-¿Cómo están, amigo, los habitantes del infiemo?
- Tranquilos - contestó -, porque han bebido el agua del Lecteo. Pero últimamente Hades y la Muerte proferían terribles amenazas contra los médicos porque no dejan morir a los enfermos, y a todos los apuntaban en su libro. Iban a apuntarte a tí también, pero yo me arrojé a sus pies jurándoles que no eras un verdadero médico y diciendo que te habían acusado sin motivo.
Moraleja: Ten cuidado con los que pretenden arreglar tus problemas sin tener preparación para ello.

Fábulas para niños. La zorra y las uvas

Fábula sobre el esfuerzo

La zorra y las uvas

En una mañana de otoño, mientras una zorra descansaba debajo de una plantación de uvas, vio unos hermosos racimos de uvas ya maduras, delante de sus ojos. Deseosa de comer algo refrescante y distinto de lo que estaba acostumbrada, la zorra se levantó, se remangó y se puso manos a la obra para comer las uvas.
Lo que la zorra no sabía es que los racimos de uvas estaban mucho más altos de lo que ella imaginaba. Entonces, buscó un medio para alcanzarlos. Saltó, saltó, pero sus dedos no conseguían ni tocarlos.

Había muchas uvas, pero la zorra no podía alcanzarlas. Tomó carrera y saltó otra vez, pero el salto quedó corto. Aún así, la zorra no se dio por vencida. Tomó carrera otra vez y volvió a saltar y nada. Las uvas parecían estar cada vez más altas y lejanas.Cansada por el esfuerzo y sintiéndose incapaz de alcanzar las uvas, la zorra se convenció de que era inútil repetir el intento. Las uvas estaban demasiado altas y la zorra sintió una profunda frustración. Agotada y resignada, la zorra decidió renunciar a las uvas.
Cuando la zorra se disponía a regresar al bosque se dio cuenta de que un pájaro que volaba por allí, había observado toda la escena y se sintió avergonzada. Creyendo que había hecho un papel ridículo para conseguir alcanzar las uvas, la zorra se dirigió al pájaro y le dijo:
- Yo habría conseguido alcanzar las uvas si hubieran estado maduras. Me equivoqué al principio pensando que estaban maduras pero cuando me di cuenta de que estaban aún verdes, preferí desistir de alcanzarlas. Las uvas verdes no son un buen alimento para un paladar tan refinado como el mío.Y así fue, la zorra siguió su camino, intentando convencerse de que no fue por su falta de esfuerzo por lo que ella no había comido aquellas riquísimas uvas. Y sí porque estaban verdes.

El lobo y la grulla. Fábula de Esopo para niños

Fábulas con moraleja
Fábula de Esopo: El lobo y la grulla
A un lobo que comía un hueso, se le atragantó el hueso en la garganta, y corría por todas partes en busca de auxilio.
Encontró en su correr a una grulla y le pidió que le salvara de aquella situación, y que enseguida le pagaría por ello. Aceptó la grulla e introdujo su cabeza en la boca del lobo, sacando de la garganta el hueso atravesado. Pidió entonces la cancelación de la paga convenida.
- Oye amiga - dijo el lobo - ¿ No crees que es suficiente paga con haber sacado tu cabeza sana y salva de mi boca ?
Moraleja: Nunca hagas favores a malvados, traficantes o corruptos, pues mucha paga tendrías si te dejan sano y salvo.
Si conoces alguna otra fábula para niños y quieres compartirla con nosotros y los demás padres, estaremos encantados de recibirla.

Cuento de 'Los hijos del labrador'

Niños pelean


Los dos hijos de un labrador vivían siempre discutiendo. Se peleaban por cualquier motivo, como quién iba a manejar el arado, quién sembraría, y así como todo. Cada vez que había una riña, ellos dejaban de hablarse. La concordia parecía algo imposible entre los dos. Eran testarudos, orgullosos y para su padre le suponía una dificultad mejorar estos sentimientos. Fue entonces que decidió darles una lección.
Para poner un fin a esta situación, el labrador les llamó y les pidió que se fueran al bosque y les tajeran un manojo de leña. Los chicos obedecieron a su padre y una vez en el bosque empezaron a competir para ver quién recogía más leños. Y otra pelea se armó. Cuando cumplieron la tarea, se fueron hacia su padre que les dijo:
- Ahora, junten todos las varas, las amarren muy fuerte con una cuerda y veamos quién es el más fuerte de los dos. Tendrán que romper todas las varas al mismo tiempo.
Y así lo intentaron los dos chicos. Pero a pesar de todos sus esfuerzos, no lo consiguieron. Entonces deshizo el haz y les dio las varas una a una; los hijos las rompieron fácilmente.
- ¡Se dan cuenta! les dijo el padre. Si vosotros permanecen unidos como el haz de varas, serán invencibles ante la adversidad; pero si están divididos serán vencidos uno a uno con facilidad. Cuando estamos unidos, somos más fuertes y resistentes, y nadie podrá hacernos daño.
Y los tres se abrazaron.